Te regalaba una luz,
y tú, impasible, no decías nada.
Prefieres el silencio de los abrazos,
-decías,-
pero te alejabas y mirabas firme un horizonte
que yo no veía.
Te regalaba una luz,
y se te escapaba de las manos,
temblorosas y ásperas,
firma de tu insomne mente
que no descansa,
y no quiere besos ni golpes.
Te regalaba una luz,
y tú me mirabas,
como en los otros sueños,
como quien mira la vida
sin comprender nada
y protegías tus labios
de cualquier sonrisa,
y tú, impasible, no decías nada.
Prefieres el silencio de los abrazos,
-decías,-
pero te alejabas y mirabas firme un horizonte
que yo no veía.
Te regalaba una luz,
y se te escapaba de las manos,
temblorosas y ásperas,
firma de tu insomne mente
que no descansa,
y no quiere besos ni golpes.
Te regalaba una luz,
y tú me mirabas,
como en los otros sueños,
como quien mira la vida
sin comprender nada
y protegías tus labios
de cualquier sonrisa,
que pudiera escaparse
impertinente,
y te turbara o delatara.
En el sueño te iluminaba,
frágil luz que apenas duró un instante.
Justo lo que tardaste en salir,
mientras se me erizaba toda la piel,
por la puerta.
impertinente,
y te turbara o delatara.
En el sueño te iluminaba,
frágil luz que apenas duró un instante.
Justo lo que tardaste en salir,
mientras se me erizaba toda la piel,
por la puerta.
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